martes, 28 de junio de 2016


Vivimos en posiciones contrarias,
y me pregunto si no te ahogas
al intentar agarrarme por las costillas,
que nadan,
que se escapan entre mareas de cabellos,
de horarios en desuso.
Vivir para renunciar,
regodearse en lo que nunca dije
y que se va marcando en los labios.
Conformarse con que ya no.

Vivimos mar boca abajo.
Donde las raíces arañan tus pies
queman los primeros despuntes de mis cabellos.
Es la sed de un océano que se transforma en río y quiebra la garganta,
hasta la primera palabra escrita con sangre.
Es la angustia de saber pájaros tuertos en incómodas posturas,
bailando, como cada noche, para no caer y ser tan sólo el reverso de lo real.

                                                                                                                           (2016).